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Síndrome de Ulises o síndrome del migrante. 

Síndrome de Ulises o Síndrome del migrante. 

 

Venezuela pasó de ser un país de acogida de migrantes de diferentes partes del mundo a ser un país donde las personas se ven obligadas a abandonar sus hogares saliendo a otras tierras debido a la violencia, inseguridad, falta de servicios básicos y esenciales como medicina, alimentos, luz y agua; en este último año el número de personas que han dejado este país caribeño es de 7,1 millones según cifras oficiales de  OEA (Organización de Estados Americanos), convirtiéndose en la crisis de refugiados más grande del mundo.

Las personas que han salido de Venezuela llegan a los países de acogida sin ningún tipo de documentación o permisos para estar de manera regular y poder optar a trabajos dignos o a servicios básicos. Muchas de estas personas son sometidas a la explotación laboral y sexual, a la discriminación, xenofobia, aporofobia, violencia y tráfico de personas. Esta situación supone un cambio profundo de vida, implica renunciar al núcleo familiar, a las pertenencias, a los amigos, familiares cercanos, espacios preferidos de las ciudades, sus olores, sus sabores, su cultura, a esos vínculos profundos que la persona ha generado al pasar el tiempo y entrar en un proceso de duelo migratorio difícil de asumir; así como la confrontación con una cultura diferente, cambios y situaciones novedosas en el lugar al que llegan.

La migración no está considerada como causal de trastornos de salud mental, pero puede llegar a convertirse en un factor de riesgo debido al aumento de la tensión psíquica que experimenta la persona. No obstante, en el área de la salud mental se ha descrito un síndrome conocido como el “Síndrome de Ulises”, que viene a ser el síndrome del migrante. Este síndrome hace alusión al héroe de la mitología griega que dentro de su proceso de vida tuvo que enfrentar múltiples batallas en tierras lejanas teniendo que dejar atrás a su amada y a su tierra.  “Y Ulises pasaba sus días sentado en las rocas, a la orilla del mar consumiéndose a fuerza de llantos, suspiros y penas. Fijando sus ojos en el mar estéril, llorando incansablemente”. (Odisea, canto V, 150). Entre los síntomas se pueden mencionar: llanto, culpa, frustración, soledad, insomnio, miedo al fracaso, nerviosismo, ira, preocupaciones excesivas y recurrentes, somatizaciones, cefalea y fatiga.

 

Las características del síndrome de Ulises

Duelo parcial: el duelo se produce ante una separación. En este caso, no se debe a la muerte de un ser querido, pues el país de origen y todo lo relacionado no desaparece. La persona tiene la oportunidad de regresar de nuevo si se lo propone

-Duelo recurrente: en este caso, el contacto con el país de origen se mantiene mediante llamadas o periodos de tiempo vacacionales.

-Duelo vinculado a aspectos de la infancia: si esta separación se lleva a cabo en el periodo infantil se darán una serie de etapas  vinculadas y, asimismo, conformará la personalidad del niño de cara a la adultez.

-Duelo múltiple: conllevaría la existencia de diferentes tipos de duelos, entre ellos:

Duelo por la familia y seres queridos

Duelo por la lengua

Duelo por la cultura

Duelo por la tierra

Duelo por el estatus social

Duelo por el contacto con el grupo de pertenencia

Duelo por los riesgos en la integridad de la persona

La separación forzada, el miedo a perder la vida en el camino, la lucha por comer cada día, las amenazas de las mafias… todo ello alimenta hoy el Síndrome de Ulises. Así lo señala el psiquiatra español Joseba Achotegui. Fue él quien acuñó el término, y su trabajo en el Servicio de Atención Psicopatológica y Psicosocial a Inmigrantes y Refugiados (SAPPIR) le ha permitido conocer también su evolución.

 

Heber Londoño.

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