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Yo procrastino, tú procrastinas.

Cuando dejamos de hacer lo que nos corresponde y decimos inconscientemente “Mañana lo hago” o “No pasa nada, aún tengo tiempo”, estamos procrastinando. Esta palabra proviene del latín Procrastinare, formado por pro “hacia” y crastinus “relativo al mañana”.

En los últimos años se han llevado a cabo numerosas investigaciones que buscan entender las causas de este fenómeno, es así como el psicólogo Tim Pychlyl, de la Universidad de Carleton en Canadá, junto a otro grupo de expertos están investigando y tratando de entender, desde hace 20 años,  con datos de personas de diferentes países, por qué en ocasiones nos convertimos en nuestro peor  enemigo dejando de hacer las cosas en el momento debido y generando retrasos innecesarios de nuestras responsabilidades.

 

¿Cuántas veces te has perdido en facebook, Instagram o tiktok durante más de una hora?

Según un estudio realizado por ilifebelt,  empresa dedicada al mundo del marketing, afirma que más del 38% de la población manifiesta estar en promedio 3 horas al día conectados utilizando el teléfono inteligente o el computador para ver las redes sociales. El 90 % de las personas usan redes sociales y los jóvenes entre 15 y 24 años revisan el celular 387 veces al día. Mientras que la Asociación Mexicana de internet “Amipci”, manifiesta que el tiempo promedio de conexión por persona es de 8 horas y 12 minutos al día.

Por lo tanto cuando revisamos con detenimiento podemos ver que una de las causas de la procrastinación  tiene que ver con la gama de distracciones que ofrecen todas las nuevas tecnologías porque, aunque están pensadas para ayudarnos, un gran número de personas se entretiene haciendo cosas que no debería en lugar de cumplir con sus tareas y obligaciones.

 

Según los expertos existen tres causas que nos llevan a procrastinar:

-La evasión: relacionada con la autoestima. Tiene que ver con la manera como evitamos iniciar algo por miedo a fracasar.

-La activación: Tiene que ver con una mala administración del tiempo.  Se posterga tanto la actividad hasta que ya no hay más remedio que realizarla.

-La indecisión: Se da en personas perfeccionistas. En este caso el procrastinador se exige tanto que tiene dudas de cómo afrontar la situación, por lo que decide aplazarla frecuentemente.

 

Los procrastinadores usan mucho la frase “yo trabajo mejor bajo presión” sin embargo dejar las cosas para el final puede traer consecuencias fuertes como el estrés y la ansiedad. Esta práctica genera tareas mal realizadas y trabajadores estresados. Pero la buena noticia es que se puede aprender a dejar de procrastinar.  Un grupo de investigadores de la Universidad de Harvard publicó en 2016 un informe  sobre algunos consejos para librar a las personas de este mal hábito.  A continuación dos de los más importantes:

  1. Valora las consecuencias: ser consciente de lo que pasa cuando dejamos todo para último momento.
  2. Une lo que no te gusta con lo que sí: Si tienes que escribir un ensayo para la materia que menos disfrutas puedes iniciarlo colocando la música de tu preferencia, generando un estado de ánimo diferente.

Imagen tomada de: https://sp.depositphotos.com/stock-photos/procrastinar.html

Heber Londoño.

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